. La biografía del
Marqués de Villalobar ha sido publicada por Ediciones El Viso. Puede adquirila en el siguiente enlace: El importe del libro
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D. Rodrigo Saavedra y Vinent
Rodrigo de Saavedra y Vinent, II Marqués de Villalobar (1864-1926), fue un eminente diplomático español cuya actuación durante la Primera Guerra Mundial en Bruselas aún recuerda y agradece el pueblo Belga.
Rodrigo Saavedra nació en Madrid el 4 de enero de 1864, hijo mayor de Ramiro de Saavedra y Cueto, I marqués de Villalobar y nieto del tercer y más famoso duque de Rivas. Obtuvo su título de agregado diplomático en 1887. Paris, Londres, Lisboa, donde vivió la revolución que derrocaría la monarquía, Washington y Bruselas fueron sus destinos más notables y, en todos ellos destacó por su labor, imaginativa y de convicciones inquebrantables en el desarrollo de la política y la diplomacia pero, también, en los temas sociales y humanitarios. Pasó toda la Primera Guerra Mundial en Bruselas, implicándose en ayudar a la población para conseguir suministros alimentarios. Al término de ésta, nuestra delegación fue elevada al rango de embajada, y Villalobar nombrado embajador. Fue también ciudadano de honor de las principales ciudades belgas: Bruselas, Amberes, Brujas, Gante y Lieja; recibió otras muchas distinciones y, sobre todo, innumerables muestras de afecto por parte del pueblo belga. A su muerte, el gobierno belga le honró con un funeral de estado en Bruselas, y fue enterrado en Madrid. Era gentilhombre de cámara de su Majestad, Maestrante de Zaragoza, y poseedor de condecoraciones, entre otras, de las Órdenes de Carlos III, Isabel la católica, Leopoldo (de Bélgica), y San Gregorio el Grande (del Vaticano), así como la Legión de Honor y la Royal Victorian Order. Llama la atención, ante la intensísima actividad desarrollada en todos sus puestos, y en especial en Bélgica durante la Gran Guerra, que tuviera graves deficiencias físicas desde su nacimiento, que dificultaban sus movimientos. A la constante superación de estas deficiencias se debían en parte su fuerte personalidad y la gran autoridad que emanaba de su carácter; ambas eran reflejo de una voluntad de hierro, forjada en un intenso sufrimiento físico que le acompañó en cada instante de su vida. Su familia jamás le oyó quejarse de nada. Si bien estas cualidades le sirvieron en las difíciles circunstancias que tuvo que atravesar en Lisboa y en Bruselas, no es menos cierto que también poseía un espíritu muy fino y un gran sentido del humor, y que sabía mostrarse afable. Era capaz de conmoverse profundamente ante el sufrimiento ajeno y demostrar una gran generosidad, no ahorrando nunca esfuerzos para venir en ayuda de los más necesitados, aún a costa de grandes sacrificios personales. Poseía un inquebrantable sentido del deber, era leal sin fisuras a su soberano, el rey Alfonso XIII, y tenía un altísimo concepto del lugar que correspondía a España en el mundo. Sin duda que la creación de una fundación para apoyar a personas que sufren las deficiencias físicas es una manera de honrar y recordar a la persona y su obra, además de difundir su ejemplo personal porque la constancia y la fuerza de voluntad son las mejores barreras ante las dificultades de cada día. |